lunes, 23 de septiembre de 2013


Aguda critica de nuestro maestro del periodismo Javier Darío Restrepo con respecto al cubrimiento que algunos periodistas hicieron en el paro campesino ocurrido recientemente.





La prensa que no cree...

Por la carretera que une a Florencia con su aeropuerto aparecieron a lado y lado los grupos de campesinos y su campamento de protesta. Viéndolos pensé que han adquirido el perfil de un poder que les sienta como un vestido que nunca se les había ocurrido usar.
Durante su prolongado paro han puesto al descubierto las fallas y debilidades del gobierno Santos; han dejado ver los errores y flaquezas de la sociedad colombiana y a los periodistas nos han preocupado porque, otra vez, han quedado al desnudo nuestros errores profesionales.
Las informaciones diarias insistieron hasta el cansancio en el espectáculo de las carreteras bloqueadas, de los campesinos que gritaban, de las llantas y vehículos incendiados y de policías y campesinos que tiraban piedras. Esa fue la información del qué del paro. Pero fue una dimensión silenciada, la del porqué del paro. La piedra o los bloqueos fueron más importantes que las razones que habían llevado a este grupo humano a sacudirse la resignación, el silencio y el ‘ningunamiento’.
También debía informarse el porqué del Gobierno, sobre todo porque eran contradictorias esta actitud desdeñosa frente a los campesinos: “el paro no existe” y la pose heroica con que el presidente había anunciado su proyecto de restitución de tierras. Necesitaba una explicación aquel anuncio sobre la defensa y apoyo a los campesinos que ahora iba en contravía de las maniobras y sutilezas para que industriales poderosos como los de Riopaila se quedaran con los baldíos de Orinoquia que debían ser para los campesinos. No hubo espacio para explicar esa contradicción pero sí lo hubo para los abogados sofisticados que le dieron apariencia jurídica a un proceso de trampas.
Fue, pues, una falla por omisión de información. También la hubo por acción. Los campesinos tuvieron dos amenazas en el curso de su paro: las acciones de fuerza de la policía y la presencia de los vándalos. A estos infiltrados podrían agregarse los políticos que pretendieron hacer suyo el movimiento campesino. No fue ingenuidad sino incapacidad profesional la que llevó a la prensa a dar por hecho que los campesinos no eran campesinos sino instrumentos de las Farc, o adherentes de la Marcha Patriótica, y tal fue la imagen que ofrecieron al país y que aprovechó el gobierno para deslegitimarlos.
Había sido la ocasión para mostrar la fuerza de la solidaridad campesina en las ollas comunales con que resolvieron y resistieron el prolongado paro. ¿Alguien investigó y destacó el papel de la mujer campesina en el hogar y en los cultivos familiares, mientras los hombres de la casa defendían su dignidad y sus derechos?
Fue un paro contado de modo amañado, acusó un columnista. Se destacó en esta oportunidad esa vieja falla, la del oficialismo instintivo de medios y periodistas que no parecen haber descubierto que las fuentes menos fiables y a las que debe aplicarse todo el rigor de la comprobación, son las oficiales, puesto que el poder, por serlo, está muy cercano a la mentira usada como mecanismo de defensa.
Estas fallas hicieron más notorio el papel cumplido por las redes sociales en donde no imperan ni la dictadura de los ratings, ni las adhesiones interesadas. Con una libertad mayor que la de los medios comerciales, tuiteros y blogueros convocaron, por ejemplo, a los cacerolazos que llenaron las plazas principales en Bogotá, Tunja y otras capitales.
Desde internet pareció escucharse con mayor nitidez que en los medios, el pedido de los campesinos: “hablen por nosotros, que los sentimientos de la comunidad campesina lleguen a la gente a través de ustedes”.
Quizá fue esta la gran falla: no haber escuchado y conocido más a los campesinos. Se perdió la oportunidad de hacer un periodismo a lo grande porque la prensa estuvo demasiado ocupada en recoger los boletines oficiales y en escuchar la voz de los amos.
Por: Javier Darío Restrepo



domingo, 22 de septiembre de 2013

Álvaro Mutis Jaramillo; (Bogotá, Colombia, 1923-Ciudad de México2013) Escritor y poeta colombiano. Autor destacado por la riqueza verbal de su producción y una característica combinación de lírica y narratividad, participó en sus inicios del movimiento de poetas agrupados en torno a la revista Mito. Influido por Pablo Neruda, Octavio Paz, Saint-John Perse y Walt Withman, empleó la poesía como vía de conocimiento para el acceso a universos desconocidos, a nuevos mundos donde fuese posible el amor y la buena muerte. Su álter ego es Maqroll, un aventurero sombrío y a la vez inocente, que canta a la frágil condición humana. Su obra ha sido reconocida con galardones tan prestigiosos como el Príncipe de Asturias (1997) y el Premio Cervantes (2001).

(TEXTOS TOMADOS DE WIKIPEDIA)


Poesía[editar · editar código]

  • La Balanza, Talleres Prag, Bogotá, 1948 (en colaboración con Carlos Patiño Roselli)
  • Los elementos del desastre, Losada, Buenos Aires, 1953
  • Reseñas de los hospitales de Ultramar, Separata revista "Mito", Bogotá, 1955
  • Los trabajos perdidos, Era, Ciudad de México, 1965
  • Summa de Maqroll el Gaviero, Barral Editores, Barcelona, 1973
  • Caravansary, FCE, Ciudad de México, 1981
  • Los emisarios, FCE, Ciudad de México, 1984
  • Crónica regia y alabanza del reino, Cátedra, Madrid, 1985
  • Un homenaje y siete nocturnos, El Equilibrista, Ciudad de México, 1986

Narrativa[editar · editar código]

  • Diario de Lecumberri, Universidad Veracruzana, 1960
  • La mansión de Araucaíma, Sudamericana, 1973
  • La verdadera historia del flautista de Hammelin, Ediciones Penélope, 1982
  • La nieve del Almirante1986
  • Ilona llega con la lluvia, Oveja Negra, 1988
  • Un bel morir, Oveja Negra; Mondadori, 1989
  • La última escala del Tramp Steamer, El Equilibrista, Ciudad de México, 1989
  • La muerte del estratega, FCE, Ciudad de México, 1990
  • Amirbar, Norma; Siruela, 1990
  • Abdul Bashur, soñador de navíos, Norma; Siruela, 1991
  • Tríptico de mar y tierra, Norma, 1993

Ensayo[editar · editar código]

  • Contextos para Maqroll, Igitur-Cilcultura, 1997
  • De lecturas y algo del mundo, Seix Barral, 1999
  • Caminos y encuentros de Maqroll el Gaviero, Editorial Áltera, 2001

Antología[editar · editar código]

  • Poesía y prosa, Instituto colombiano de Cultura, 1982
  • Antología poética, selección y notas de José Balza, Monte Avíla
  • Summa de Maqroll el Gaviero. Poesía 1948-1988, Visor, 1992
  • Poesía completa, Editorial Arango, 1993
  • Summa de Maqroll el Gaviero. Poesía 1948-1997, Ediciones Universidad de Salamanca-Patrimonio Nacional, 1997
  • Antología, selección de Enrique Turpin, Plaza y Janés, 2000
  • Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, Siruela, 1993 (2 volúmenes); Alfaguera, 1996 y 2001 (1 volumen). Incluye las siete novelas: La nieve del almirante (1986); Ilona llega con la lluvia (1988); Un bel morir (1989); La última escala del Tramp Steamer (1989); Amirbar (1990); Abdul Bashur, soñador de navíos (1991); Tríptico de mar y tierra (1993).
  • La voz de Álvaro Mutis, edición de Diego Valverde Villena, Poesía en la Residencia, Residencia de Estudiantes, Madrid, 2001

Reconocimientos[editar · editar código]

Semana Santa en Guadalupe

Conocer en esta Semana Santa el santuario de Nuestra Señora de la Peña, que queda en la cima del cerro de Guadalupe en Bogotá. Durante...